Max Correa: El asesor clave del hidrógeno verde
Es abogado y, desde agosto, encabeza la División de Combustibles y Nuevos Energéticos en el ministerio que lidera Juan Carlos Jobet. “Chile tiene la oportunidad de convertirnos en la Arabia Saudita de los combustibles renovables”, asegura.
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Entre junio y julio el biministro de Energía y Minería, Juan Carlos Jobet, tiene planeado un viaje a Asia (Japón, Singapur y Corea) y a Europa (Alemania, Países Bajos y Reino Unido). Lo acompañará Max Correa, jefe de la División de Combustibles y Nuevos Energéticos, quien se sumó a la cartera en agosto del 2020 y desde entonces ha tenido un papel relevante en el avance de la agenda para la creación de una industria nacional en torno al hidrógeno verde, una de las iniciativas prioritarias de la gestión de Jobet. Lo describen como su mano derecha en esa misión, más ahora que el ministro tiene dos áreas –Energía y Minería– a cargo.
Correa (39), abogado de la Universidad de Chile y militante Evópoli, fue fichado por integrantes de su partido cuando Sebastián Piñera comenzó a armar equipos para su gobierno, en marzo de 2018. Poco después de que Sebastián Sichel llegara a la vicepresidencia ejecutiva de Corfo, en mayo de ese año, el profesional –quien tiene un magíster en Política, Economía y Regulación medioambiental de la Universidad de Cambridge– fue nombrado subdirector de Estrategia y Sostenibilidad de la entidad, rama que funcionaba como gabinete para Sichel: lo asesoró en la definición e implementación de la estrategia institucional, y en la identificación de nuevas tendencias. Era la primera vez que trabajaba en el sector público. Aunque antes de asumir fue concejal de Zapallar, su carrera la ha desarrollado en el mundo privado: como gerente legal y director de cumplimiento de Andes Iron y, antes, asociado del estudio Carey & Cía.
En abril de 2019 fue designado director ejecutivo del Comité Solar e Innovación Energética de Corfo, desde donde fomentó iniciativas para impulsar la innovación energética, como el programa Net Zero, de la mano de Start Up Chile. Dio ahí los primeros lineamientos de lo que podría ser una hoja de ruta de hidrógeno verde. "A través de las Corfo, Eduardo Bitrán (antecesor de Sichel), junto a la agencia de cooperación alemana GIZ, habían empezado este camino y nosotros tomamos la posta para desarrollarlo con fuerza", relata Max Correa. Sin pensarlo, ese lugar pavimentó su futuro aterrizaje en Energía.
Cuando en agosto de 2020 Juan Carlos Jobet creó en el Ministerio de Energía una nueva división para reunir en una misma área todo lo relacionado a la energía no eléctrica –la División de Combustibles y Nuevos Energéticos–, Correa quedó a la cabeza. Hoy en la repartición trabajan 18 personas, bajo tres unidades operativas. "El 80% del consumo final de energía en Chile es no eléctrica. Ahí están los combustibles fósiles, los hidrocarburos y los biocombustibles sólidos; como la leña y los pellets. La idea de esta división fue precisamente darle fuerza a lo no eléctrico, incorporando una mirada modernizadora, de transición energética", explica.
Por el lado de los nuevos energéticos, el desafío principal de la División consistió en armar un plan amplio y de largo plazo, que permitiera desarrollar el hidrógeno verde en Chile. "Hicimos un summit de altísimo nivel en noviembre pasado y lanzamos la Estrategia Nacional de Hidrógeno Verde. Ahora estamos implementándola", asegura. En ese trabajo, la consultora McKinsey&Company participó activamente.
"El hidrógeno es el eslabón clave para reducir la dependencia de los combustibles fósiles. Se necesita electricidad limpia y barata; Chile es campeón de eso. Vamos a ser capaz de producirlo de forma más competitiva que en ninguna parte del mundo gracias al potencial solar, eólico, hidráulico y renovable en general que tenemos a lo largo del país. Tenemos la oportunidad de convertirnos en la Arabia Saudita de los combustibles renovables", ejemplifica.
La estrategia es ambiciosa. Max Correa establece que al 2025 Chile tendrá 5 GW de proyectos en desarrollo de hidrógeno verde. Eso equivale a duplicar toda la energía renovable que tenemos hoy. "De hacer las cosas bien, al 2030 vamos a ser uno de los líderes en exportación mundial en hidrógeno verde y derivados", promete. Por ahora, quien lidera este camino es Australia, pues ya tiene proyectos piloto avanzando y un pipeline de grandes proyectos. Otros países que se están sumando a esta carrera de exportación son los países árabes; entre ellos, Arabia Saudita lleva la delantera.
El plan del gobierno para que Chile se convierta en exportador implica cerrar contratos con países que ya diseñaron su camino para ser carbono neutrales. "Porque requieren importar electricidad y combustibles limpios", relata. Entre ellos están Japón, Corea y Singapur en Asia, mientras que en Europa destacan principalmente Alemania, Países Bajos y Reino Unido. "Queremos ser los primeros en cerrar esos contratos y acordar cuánto volumen necesitan, en qué condiciones y cuándo", afirma. Por lo mismo, el viaje que planifican los próximos meses es estratégico.
El problema del hidrógeno como energético, añade el jefe de la División –en la que también trabaja con Benjamín Maluenda, líder de la Unidad de Nuevos Energéticos– es que todavía es caro en comparación al gas, al petróleo e incluso al hidrógeno gris (producido a partir de combustibles fósiles). La meta es que el costo para el 2030 sea menor a US$1,5 el kilo. "Si llegamos a ese costo de producción, será plenamente competitivo con los fósiles, en especial si se establece un precio al carbono", dice. Y concluye: "El hidrógeno es equivalente a la energía solar hace diez años. En esta década bajó en un 80% su costo de producción. Hace 10 años la mayoría de la industria se mostraba escéptica, hoy, sin embargo, nadie duda considerarla en proyectos que requieren energía".